sábado, 15 de enero de 2011

Un ritual nocturno

Recuerdo con bastante claridad cierta noche de verano, era sabado y me encontraba dentro de una discoteca en busca de alguna presa indefensa a la cual poder conquistar con mi floro de adolescente intelectual. Me encontraba parado en una esquina solo con un trago y un cigarrillo de esos mentolados que venden en cada esquina, las luces parpadeantes y la musica estridente eran tan distractoras que ni mis pensamientos podia oir... cuando de la nada:
-Hey amigo!--me dice una voz masculina que no pertenecia a ninguno de mis amigos--
-Hola bro que fué--respondi en tono como quien dice "te conozco?"
-Prestame un momento tu cigarrillo--
-Toma--se lo entregué algo extrañado--
Y y fue ahi como observe que el desconocido sujetaba mi Hamilton mentol y se lo dirigia a la boca donde tenia otro cigarrillo, vi como usaba la parte encendida de mi cigarro para prender el suyo, luego me lo devolvio haciendo un gesto de agradecimiento y/o camaraderia con la mano.
No voy a negar que en ese momento no le preste mucha atencion al hecho de haberle prestado el cigarro, pero despues comprendi que en fondo, que en el plano subconsciente lo que habia hecho era compartir el fuego, compartir la satisfaccion de un buen cigarro de medianoche, era practicamente un gesto muy sutil y fuerte de camaraderia, como si le estuviese pasando la pipa de la paz o algo por el estilo, digamos  como si le estuviera pasando la antorcha olimpica, me puse a pensar que ese fuego que comenzo un un solitario cigarrillo podia ser compartido y pasarde se cigarro en cigarro, de boca en boca como si fuese un chisme de barrio, sin darme cuenta habia creado una cadena de amigos, una cadena por asi decirlo de confraternidad que iva de uno en uno poco a poco se iva extendiendo, a veces la vida nos da cada cosa que puede ser tan insiginificante y magica  la misma vez